El hombre encuentra la respuesta a sus preguntas sobre el universo y la mente humana en la religión, después de que su conocimiento general y del llamado científico, no le dan respuesta a la existencia de ambas cosas. No la dan porque no la tienen. Las ciencias llamadas exactas, naturales, nos dan conocimiento de la realidad física y de las leyes que gobiernan al universo, pero no explican su origen o su por qué; no pueden, en cambio creer en Dios sí da esa respuesta.
La ciencia, así en general, como usan el término quienes oponen el conocimiento científico a creer en Dios, no es solamente limitada, sino que a través de los tiempos va cambiando sus enseñanzas, según se descubren tanto nuevas cosas como los errores en que habían caído sus creadores.
Así, la ciencia griega enseñó que había cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego; pero los científicos llegaron a descubrir muchos elementos de la materia, que el científico ruso Mendelejeff encuadró en su "tabla periódica de los elementos". Pero la misma ha sido enriquecida al descubrirse nuevos elementos.
La ciencia enseñó que la tierra es plana, que el sol gira alrededor de ella; hasta que nuevos científicos dedujeron que era al revés, como ahora sabemos "a ciencia cierta". Los científicos del siglo
XIX afirmaban que había generación espontánea, pero Louis Pasteur, un científico creyente, demostró lo contrario. La ciencia enseñó que el átomo es indivisible -significado exacto del término. Ahora conocemos más y más elementos subatómicos.
Cuando la ciencia, la magia y otros intentos de conocer la verdad del universo y de su origen, no responden a la sed de saber del hombre, de entender su entorno y sobre todo su propia persona, su ser, entonces, por racionamiento, deduce que debe haber alguien, un ser que tenga el poder de crear esa naturaleza, esas leyes que la humanidad aprende. Es entonces cuando deduce que Dios existe. Sí, creer en un Dios todopoderoso, omnipresente y creador, es producto de la deducción, no del miedo o debilidad mental.
La ciencia es limitada, pero creer en Dios supera y resuelve muchas preguntas del hombre. Así, creer en Él no es resultado ni del miedo, ni de debilidades, sino de la razón. Ciencia y religión no se oponen, se complementan en el ser humano, y por eso las gentes de diversos tiempos y culturas encuentran en la existencia de la deidad todopoderosa la respuesta a sus preguntas; la respuesta: Dios existe.
La ciencia no explica el espíritu humano, su inteligencia, su conciencia que distingue el bien del mal.
El ingenio humano, su creatividad, hacer poesía o música, y el arte en general, están fuera del ámbito científico; no son actos materiales, aunque para llevarlos a cabo el hombre utilice su cuerpo.
Hoy en día la sociedad ha cambiado a través del paso del tiempo, pero en ese cambio ha perdido ciertas costumbres y ciertos modales que ayudaban a mantener la armonía entre la gente; y hasta el momento nadie se ha preocupado por recuperar estos modales; se ha perdido hasta el simple hecho de decir gracias de pedir por favor, de decir buenas tardes o buenas noches, hasta de preguntarle a los demás ¿ cómo están ?, y eso no puede seguir así; por que si no a donde vamos a parar; creo que es necesario cultivar la urbanidad y los valores éticos y morales en las personas en especial en los niños y en los jóvenes que serán los futuros constructores de una sociedad mejor en la cual todos seremos valorados como personas integras y seremos tomados en cuenta; así llegaremos a conseguir el respeto que es la base de toda sociedad por que los buenos modales y las buenas actitudes son el principio para construir una sociedad en paz y en valores donde todos somos iguales y tenemos derechos y deberes que los otros deben respetar de la misma manera como uno respeta a los demás; donde la sociedad se debe guiar por un conjunto de reglas que rigen el trato social y la igualdad entre las personas.